“Como si tuviera bien aprendida la lección de Kafka, consigue muchas veces en una sola página, y a veces en una sola línea. Que se haga visible de golpe, a modo de repentina revelación, la estructura desnuda de la verdad”.
Literatura para gente raruna, debió de pensar mi amigo JM, ocasional partisano de los comentarios, quien tuvo a bien regalarme este incunable, pues en tiempos como los de ahora en que Amazon lo tiene todo, Amazon -ni ninguna tienda al parecer- tiene esta edición.
Beeklam es un joven solitario que vive en Ámsterdam, rodeado de estatuas que son su única compañía. Evoca contantemente recuerdos de su vida y muy especialmente de su padre. Sólo sale de noche. En uno de estos paseos conoce a Katrin, que introduce en la novela un mundo parelelo al suyo.
Jaeggy es muy difícil de explicar, la habilidad de contar más con menos alcanza en ella un nivel superlativo.
El dolor, la ralentización de la vida, hacen que el tiempo parezca demasiado largo; pero los años se van siempre con la misma rapidez. Paso días enteros observnado la naturaleza: en esos momentos, todas mis ideas se tornas vagas, indecisas, la tristeza salvaje se posa en mis ojos sin cansarlos y mis miradas yerran sobre las piedras que me rodean; cada lugar es un amigo que veo nuevamente con placer. Lugares que no conozco se convierten para mí en una suerte de propiedades...
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